miércoles, febrero 27

D€B@T€$

“Acúsalo con tu mamá Kiko” … “Mírelo a él, mírelo a él”

Más o menos así figuran en mi mente los debates más sonados hoy en día. Obama vs. Hilary y Rajoy vs. Zapatero. No entiendo porque terminan recriminándose asuntos de gobierno de manera tan personal, como si se tratara de una cuestión meramente (valga la redundancia) personal. Eso me hace sospechar de las intenciones con las que cualquiera de ellos desea asumir un cargo a la presidencia, o los motivos que los impulsan e incluso la actitud con que serían primeros mandatarios. Es como si en el fondo, se tomaran tan visceralmente el asunto de la presidencia de un país que terminan convirtiéndolo en un problema “suyo”, en el que los votantes deben casi apostar por el mejor, como si fuera una pelea de gallos. El que grite más, el que parezca más imponente, el que golpee más duro.

Yo opino: el debate además de propiciar la percepción de algunos aspectos en cierta forma intangibles de un dirigente o líder político (capacidad de oratoria, razonamiento, defensa de ideas y valores, expresión corporal y verbal, actitud frente a la incomodidad que puede ocasionar el oponente, inteligencia emocional…), debe permitirnos ver con mayor claridad, en el ejercicio de la contraposición de las ideas a flor de piel, lo que cada candidato ofrece y las razones por las que apoya tales o cuales políticas públicas, su forma de ver en la actualidad y en el futuro el país para el que trabaja.

Estos 4 candidatos además de terminar sacándose los trapitos al aire, parece que se les olvidara que el mayor impulso que deben expresar es el de sacar adelante a un país, el de luchar por millones de personas con diversos intereses y mejorar su calidad de vida, no sólo a sus ideas, a su partido o incluso a sí mismos, como si se tratara de elegir por el socialista caradura o el populista conservador en el caso de España, y en EEUU entre la mujer o el hombre que sea como sea van a marcar un cambio en la historia gubernamental de norteamericana, pero más por ser ella "la primera mujer" y él "el primer afroamericano". No es la lucha por un Oscar, no es el campeonato de pesos pesados, es la candidatura a la presidencia de una república, es la oportunidad para trabajar más intensamente por un país.

Sí, ciertamente las cosas se reducen a “las caras” y a “los nombres” de los candidatos, se simplifican las propuestas, se asocia el que, por que y como con el quien, para condensar en un rostro o un nombre cientos de ideas, discursos, momentos, recuerdos, sentimientos y emociones. Así es como un importante proceso de decisión se transforma en una vulgar pelea. Hilary vs. Obama, Rajoy vs. Zapatero. Es en este juego de palabras, signos y símbolos en el que los votantes deben evitar caer. No es el quien primero, sino el qué se ofrece y cómo. De lo contrario, una decisión impulsada por la “personalidad” del candidato y no por sus cualidades de dirigente y líder basadas en sus proyectos gubernamentales, escribirá una página más dentro de la politiquería mundial, por muy disimulado que esto suceda en el refinado ambiente político europeo y gringo, entre palabras bonitas y gestos congraciantes, propagandas masivas y figuras cuasi-presidenciales que ocupan más páginas de prensa, imágenes de TV y espacios Web que Britney Spears y Paris Hilton.

martes, febrero 26

De como una enfermedad puede moldear una vida...

Ensalada con Wakame

Desde hace más o menos dos años presento una extraña enfermedad en la piel llamada neurodermatitis o también dermatitis atópica. No se la deseo a nadie, sinceramente la fulana ya me tiene harta. Durante ese tiempo y hasta el sol de hoy, me han dado como unos 5 brotes fuertes de la misma. Se supone que es una alergia, pero no se sabe a qué. Honestamente, yo no he tenido nunca la paciencia para concretar esa respuesta. Los primeros meses brinqué de dermatólogo en alergólogo y un par de veces fui a consulta con una especialista en alergias pero me cansé, porque para verse con la sra. (por cierto muy reconocida en Barquisimeto) hay que llegar más o menos a las 5 de la mañana si quieres estar entre los primeros y esperar hasta las 10 u 11am que llega la doctora… Es decir que pasé por esa travesía unas tres veces, de las cuales me regresaron para mi casita con las ganas de hacerme por fin las benditas pruebas de la alergia porque según la dra. estaba intoxicada o no lo suficientemente “bien” de la piel para tales exámenes. En fin… Got sick of it.

Finalmente el año pasado, a mediados, logré tratarme con una dermatóloga bastante buena, quien me calmó los problemas y los brotes de eczema (como se le llama a la especie de salpullido que aparece en toda la piel). Ella me hizo tomar un poco de conciencia sobre la enfermedad y me dijo muy honestamente que eso no se cura, simplemente hay períodos en los que se está muy bien y otros en los que no tanto y otros (como he estado estos últimos 5 días) en los que se está peor (es decir bastante mal: la piel no cede en absoluto, una tirantez insoportable como si fuera cemento en vez de piel lo que cubriera mis músculos y huesos, enrojecimiento e hipersensibilidad cutánea… a total caos!).

The point is: nunca me han sabido decir si es que soy alérgica a algo en específico, pero según mi historial médico alérgico, la herencia y otros tantos factores, la citada alergólogo intuyó que el problema es la lactosa y que lo vengo arrastrando desde pequeña, since a was a little baby, pero es ahora que está saliendo a flote (great! –ironic part-) … Entonces, para curar aquellos primeros padecimientos tuve que someterme a una dieta estrictísima para desintoxicarme. Cuando digo estrictísima, sí que lo es. Nadie, ni siquiera alguien obsesionado con planes de adelgazamiento se atrevería a hacerla por simple espontaneidad. Casi vegetariana, no podía comer más frutas que melón, patilla y cambur; vegetales: sólo los de color verde, prohibidos tomate, remolacha, zanahoria, los de colores fuertes…; cítricos ni mirarlos; leche, quesos… menos; ni siquiera galletitas con “trazas de leche”; cereales y panes de trigo integrales o no: permitido; pasta sí; café no, té no; carnes: sólo de res; y la madre de las exigencias: leche de soya.

Pues bien, yo realmente detesté tener que adaptarme a eso. Me costó demasiado, con todo y que soy amante de los vegetales y hea sido siempre un poco maniática con la carne, especialmente la roja… Era frustrante NO PODER COMER CASI NADA que la gente normal come. ¿Era yo anormal? Am I now? No. Simplemente, tenía y tengo que adaptarme a condiciones de vida diferentes. Poco a poco lo fui asumiendo. Logré adaptarme. Menos mal que me encantó la leche de soya porque era el pan mío de cada día. Y por lo demás no hubo mucho problema. Perdí mucho peso y también me fui desanimando cuando iba a una fiesta o salía porque alcohol cero, torta nada que ver, comida de la calle imposible… Me veía bastante limitada.

Hoy en día no lo veo así. Aprendí a alimentarme muchísimo mejor. Aún lucho por resistirme a deliciosas tentaciones para mí como: chocolate y nescafé, pechuga de pavo o pollo embutida y atún en lata (el más reciente miembro de la lista negra). Pues bueno, a todas estas, con eso de la soya pa’ca y soya pa’llá, empecé a probar más alimentos a base de soya y en consecuencia me he ido acercando a la comida japonesa (aún no soporto el sushi). Hace unos meses una amiga me presentó el wakame y hoy soy una total adicta a este manjar de la naturaleza y ayer compré Tofu para probar… hoy me hice un yogurt a base de Tofu con manzana y ¡qué delicia!.

Como dije hace unos párrafos atrás, desde hace 5 días estoy en medio de una crisis eczemática o dermatítica (términos no registrados pero que suenan bien ¿no?) y tengo unos 3 días alimentándome con my old friend, la dieta desintoxicante del horror, antipática a primera vista pero efectiva para mis males dermatológicos. Los principales sospechosos de esta vez son unos deliciosos chocolates que me regaló mi novio el día de los enamorados y otros cuantos abusos cometidos durante esa semana.

Creo que voy a tener que dejar de juguetear con la comida, creo que voy a tener que acostumbrarme a que no es: una semana me cuido y otra no. Sí, a pesar de mis pesares, no me sirve de nada seguir rehusándome a aceptar que ciertas comidas desmejoran mi condición (me ha costado tanto admitirlo)… en momentos como este en los que me veo tan mal de la piel, me arrepiento de mi falta de determinación para de una vez por todas entregarme a una dieta vegetariana con todas las bondades de la soya, las algas y los cereales, por muy bicha rara que parezca y lo aislada que muchas veces se puede llegar a estar con hábitos alimenticios tan apartados a los comunes. Que así sea. No quiero seguir arriesgando mi tranquilidad y bienestar. Aunque eso no quiere decir que soy de hierro. Espero encontrar el apoyo y entendimiento de quienes me rodean porque NO es fácil.