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Más o menos así figuran en mi mente los debates más sonados hoy en día. Obama vs. Hilary y Rajoy vs. Zapatero. No entiendo porque terminan recriminándose asuntos de gobierno de manera tan personal, como si se tratara de una cuestión meramente (valga la redundancia) personal. Eso me hace sospechar de las intenciones con las que cualquiera de ellos desea asumir un cargo a la presidencia, o los motivos que los impulsan e incluso la actitud con que serían primeros mandatarios. Es como si en el fondo, se tomaran tan visceralmente el asunto de la presidencia de un país que terminan convirtiéndolo en un problema “suyo”, en el que los votantes deben casi apostar por el mejor, como si fuera una pelea de gallos. El que grite más, el que parezca más imponente, el que golpee más duro.
Yo opino: el debate además de propiciar la percepción de algunos aspectos en cierta forma intangibles de un dirigente o líder político (capacidad de oratoria, razonamiento, defensa de ideas y valores, expresión corporal y verbal, actitud frente a la incomodidad que puede ocasionar el oponente, inteligencia emocional…), debe permitirnos ver con mayor claridad, en el ejercicio de la contraposición de las ideas a flor de piel, lo que cada candidato ofrece y las razones por las que apoya tales o cuales políticas públicas, su forma de ver en la actualidad y en el futuro el país para el que trabaja.
Estos 4 candidatos además de terminar sacándose los trapitos al aire, parece que se les olvidara que el mayor impulso que deben expresar es el de sacar adelante a un país, el de luchar por millones de personas con diversos intereses y mejorar su calidad de vida, no sólo a sus ideas, a su partido o incluso a sí mismos, como si se tratara de elegir por el socialista caradura o el populista conservador en el caso de España, y en EEUU entre la mujer o el hombre que sea como sea van a marcar un cambio en la historia gubernamental de norteamericana, pero más por ser ella "la primera mujer" y él "el primer afroamericano". No es la lucha por un Oscar, no es el campeonato de pesos pesados, es la candidatura a la presidencia de una república, es la oportunidad para trabajar más intensamente por un país.
Sí, ciertamente las cosas se reducen a “las caras” y a “los nombres” de los candidatos, se simplifican las propuestas, se asocia el que, por que y como con el quien, para condensar en un rostro o un nombre cientos de ideas, discursos, momentos, recuerdos, sentimientos y emociones. Así es como un importante proceso de decisión se transforma en una vulgar pelea. Hilary vs. Obama, Rajoy vs. Zapatero. Es en este juego de palabras, signos y símbolos en el que los votantes deben evitar caer. No es el quien primero, sino el qué se ofrece y cómo. De lo contrario, una decisión impulsada por la “personalidad” del candidato y no por sus cualidades de dirigente y líder basadas en sus proyectos gubernamentales, escribirá una página más dentro de la politiquería mundial, por muy disimulado que esto suceda en el refinado ambiente político europeo y gringo, entre palabras bonitas y gestos congraciantes, propagandas masivas y figuras cuasi-presidenciales que ocupan más páginas de prensa, imágenes de TV y espacios Web que Britney Spears y Paris Hilton.