viernes, mayo 16

Voces

“Voices that ring in your head
Tell me what do they said?”

Casi llegando a la mitad del año, reflexiona sobre lo que ha sido el tiempo pasado. ¿Has sabido aprovecharlo? No te propusiste ninguna de esas tonterías que suelen prometerse las personas al sonar las campanadas del 31/12, pero aún así piensas sobre todo lo que has hecho y dicho, aquello que has pensado, cómo has tratado a quienes te rodean, te preguntas qué has aprendido, si has mejorado como persona. Tienes 22, sabes mejor de dónde vienes y quien eres, pero no está claro hacia dónde vas. ¿Excitante? ¿Desesperante? Una vida por delante que siempre mira hacia atrás.

“Are you walking the dog?
Is that dog walking you?”

Satisfecha por las respuestas encontradas, los conflictos personales razonablemente desertados y la paz que se respira después de tiempos amargos. Un día emocionado, otro desmotivado. Sol y lluvia. Frío y calor. Claro y oscuro. Inconsistencia que se desvanece en medio de una extraña y confortable seguridad. Por días la vida es carrera. Amas el presente, ansías el futuro tal como lo ideas, sabes que no ha servido nunca aferrarse a la imaginación, pero aún así insistes en querer pensarlo todo por adelantado. Llámalo estupidez o miedo, pero tienes que vencerlo. Con sencillez despiertas cada día y si la noche cae con ansiedad por el mañana, un llamado de calma te recuerda vivir el hoy-ahora.

“What are you waiting for?
Nobody is gonna show you how”

Ser buena en esto, hacer bien lo otro, corresponder al amor de tus amigos, familiares y compañero de vida, no quejarte por nada porque todo te ha sido dado, dar y dar hasta el desgaste, darte y darte con defectos y virtudes, ser más persona. La vida es hermosa. A veces no sabes por qué la vives en medio de la agobiante rutina, pero cuando te detienes a ver hacia atrás, te das cuenta de que vale la pena un poco de carrera e inconciencia, un poco de adormecimiento rutinario que te mueva el piso hasta decir basta y revisar si has tratado de dar lo mejor de ti cada día hasta olvidarte de ti mismo.

“Haven’t you had enough?
Now your time is up”

Este 20 de mayo (si Dios quiere) cumplo 23 años y mis mayores deseos son un corazón más grande, una paciencia que me haga saber esperar más, constancia, perseverancia, recuperar la compañía de personas que están lejos por motivos ajenos a nuestras voluntades, un alma más limpia, más paz y menos ansiedad, más amor por la vida y las personas… Y eso se consigue así, cumpliendo años y aprovechándolos.

“But who is the master?
Who is the slave?”

lunes, mayo 5

Domingo por la mañana...


Mientras la bulla aún no aparece en casa, trato de aprovechar desde las 7 las primeras horas del día para leer un poco. Movida por un post en Diario Metafísico que leí hace un par de semanas y por la necesidad de leer el libro, tomo “Jesús de Nazaret” de Joseph Ratzinger que había detenido desde hace al menos un mes y medio, y continuo el capítulo 5 (La oración del Señor) que dejé pendiente la semana pasada, tras una rápida ojeada.

Me llaman la atención un par de notas del Papa sobre la frase del Padrenuestro: “el pan nuestro de cada día”. Estas tratan de explicar el sentido de la misma y como siempre que se trata de Jesucristo y su compleja naturaleza, es posible notar que existe un doble significado conformado por dos apreciaciones complementarias, no opuestas e incluso interdependientes.

Por un lado se observa la visión terrenal de la frase, que se atiene a las necesidades humanas en el ámbito físico, en este caso con respecto al alimento; y por otro se eleva la idea hacia lo divino y se concreta que el pan de cada día es el alimento del alma, la palabra de Dios. Y si se entiende que Jesús es Dios y hombre, podemos decir que Dios mismo es el alimento que sacia las necesidades corporales y espirituales del hombre, pues Él que vino al mundo, dio de comer a los pobres y necesitados, no solo con alimento de la tierra, sino con sus palabras divinas.

Sin embargo, si bien es la idea del pan nuestro de cada día lo que viene primero a mi mente, no es esta la que me mantiene atenta, sino que en el fondo, mientras continuaba leyendo, pensaba en lo complicado que puede resultar explicar todo eso que el Papa dice, aún cuando considero que él suele ser bastante explícito. Precisamente, porque entender tales cuestiones superan los límites de la claridad expositiva y suponen un acto reflexivo, incluso también uno de fe.

Sabemos que Cristo no ha sido reconocido por todos como Dios y hombre verdadero. Pero creo que las cosas no se pueden quedar así, sino que siendo creyentes o no de la naturaleza divina de Jesús, es preciso ahondar sobre su persona, porque de cualquier modo su vida y muerte marcaron un antes y un después en la humanidad. Además, lo que él hizo y dijo a más nadie se le ha visto hacer… Entonces hay que reconocer que la cosa no es tan normal como para tomárselo con soda y esperar a que una pasión como La Pasión de Mel Gibson nos la recuerde, por ejemplo.

Sinceramente, tras muchas reflexiones y seguro que aún no las suficientes, pienso que una visión parcial de Jesús sólo nos daría respuestas incompletas y contradictorias a tantas preguntas que surgen al escuchar sus palabras y meditar su vida con verdadera atención. Entonces, no es suficiente verlo como hombre o como Dios, sino como lo que encierra, lo que es: una persona con dos naturalezas perfectamente integradas.

Creo que entenderlo de este modo o creerlo así, nos ayuda a nosotros mismos a comprender nuestra propia naturaleza, más y mejor: somos alma y cuerpo, vivimos en espíritu y carne. Sin embargo, entiendo lo difícil que es equilibrar ambas formas, sin dejar que una pese sobre la otra, pero teniendo presente que si el alma es el principio de vida que permanece después de la muerte, deberíamos vivir conforme a esta premisa, entrenando a nuestro cuerpo para tal suceso y dándole la importancia que se merece. Vivir es entonces un acto de justicia en el cual debemos dar al cuerpo lo que es del cuerpo y al alma lo que es del alma, en su justa medida.

Si nuestra naturaleza es una integración de cuerpo y alma, deberíamos preguntarnos cómo hacer del cuerpo medio y no un fin, o cómo hacer del alma lo mismo. ¿Fin para qué? Para la vida después de la muerte, pero esa vida también se vive en la tierra, empieza aquí y lógicamente debe influir en nuestra forma de vivir. Entonces no creo que sea propio de la persona vivir conforme a las necesidades del cuerpo, ni tampoco cubriendo sólo lo que el espíritu necesita. Descuidar una de las dos partes significaría descuidar el todo, desequilibrar el sistema, por decirlo de algún modo más propio de nuestro tiempo “tecnificado”.

Sin embargo, retomando el caso de Jesús, es lógico que cualquier religión fundada sobre la concepción de su persona reducida a una sola naturaleza, resulte parcial, incompleta y en consecuencia inapropiada para saciar las necesidades espirituales de todo hombre cuyo ser se constituye de una idéntica radicalidad corporal y espiritual. Entonces, ver a Jesús sólo como el hombre que vino a hablar de Dios o el Dios que vino al mundo sin ser como los hombres, puede desencadenar diversas formas de “vivir cara a Dios”, pero ninguna realmente pertinente a lo que esto supone si se juntan ambas consideraciones.

En este sentido, puedo pensar que “vivir cara a Dios” supondría entre otras cosas, vivir de acuerdo a nuestra propia naturaleza. De este modo pienso que algunas religiones separan a Dios de los hombres al presentar una visión parcial de la persona humana. Así encontramos diversas maneras de vivir cara a Dios, indiferentemente de si se entiende por Él una Santísima Trinidad, un hombre, el objeto de mensajes de tantos profetas,...

Si Jesús es sólo Dios que vino a la tierra en forma de hombre, pero que no sufrió, rió, lloró, comió, bebió, durmió… que no fue humano, entonces jamás podremos encontrarnos a nosotros mismos fijándonos en Él y difícilmente nos identificaremos con las demás personas o entenderemos que la igualdad y hermandad entre todos radica en que nadie es mejor, ni más, sino que simplemente “es” tal como yo “soy”, y nosotros “somos”; es decir que se entienden esencialmente por el “ser”. Entonces, la idea de Dios como ser supremo que no es capaz de identificarse con los hombres, puede radicalizar las conductas humanas frente a Él mismo y sí mismas; haciéndola violentas, incompasivas, intolerantes, injustas, inhumanas… generando meros fanáticos.

Por otra parte, si Jesucristo sólo es un hombre que vino a hablar de Dios, entonces Dios puede reducirse a un concepto utilizado para llenar nuestras necesidades espirituales (reducidas al ámbito de lo terrenal como cuestiones psicológicas) o un ídolo al que admiramos por su legendaria historia, por sus hazañas de vida. Así es posible entender algunas conductas humanas frente a Dios, que si bien nacen de la buena voluntad, no llegan al verdadero espíritu, pues giran en torno a un sentimentalismo con respecto a Él, a una sensación de bienestar más relacionada con la autoestima que con el encuentro de Dios en lo más profundo del ser.

De cualquier manera, por un lado o por el otro, difícilmente lograremos vivir de acuerdo a nuestra naturaleza, con la cabeza en el cielo y los pies en la tierra. Porque ni partiendo del hombre, ni partiendo de Dios, sin reconocer al hombre en Dios y a Dios en el hombre, vamos a encontrar nuestro propio sentido y el sentido de vivir cara a Dios, los cuales se complementan.

Finalmente, en otras palabras todo esto supone para mí lo siguiente: si no nos identificamos a nosotros mismos, no vamos a identificarnos verdaderamente con los demás, y mucho menos con Dios, pues Él está tanto “en la tierra como en cielo”. Y si no identificamos a Dios en Jesús, difícilmente vamos a identificarnos a nosotros mismos. Una cosa lleva a la otra y creo que sólo Dios puede ayudarnos a alcanzarlas.

Así termina este domingo por la mañana: con una noche de lluvia y pensamientos plasmados en este post, cansados de tanto andar en mi cabeza por varias horas seguidas; agradeciendo a Dios por este día.

jueves, mayo 1

Mi primera carrera


Hoy corrí mi primera carrera (5 km). Me inscribí el viernes y apenas el domingo hice por primera vez la ruta, lógicamente no tuve mucho tiempo de entrenarme para esto, sin embargo tengo la condición física que estas actividades de corto kilometraje requieren, por eso me atreví a correrla. El lunes y martes volví a hacer la ruta y ayer descansé. Mi categoría (libre) compredía a las féminas entre 19 y 29 años, entre las tres primeras de esta clasificación hubo tiempos alrededor de los 20 minutos. Según mi cronómetro mi marca fue de 27'32'', lo cual me parece muy bien considerando que me preparé en muy poco tiempo y mejoré mi propia marca de estos días (domingo: 34', lunes: 29' y martes: 30').
Ha sido una experiencia reconfortante y tranquilizadora. Estoy enamorada del running. Se ha convertido para mí en un deleite, es mucho más que una pasión o una emoción pasajera, es más que un escape, una forma de desconectarme del mundo y conectarme conmigo misma. Me enamoro cada vez más de esta actividad que ha venido dándome tantas cosas buenas. Gracias a ella he adquirido templanza, paciencia, constancia, disciplina... Sin exagerar, me ayuda a ser mejor persona. Si tan solo ustedes pudieran experimentar la paz y tranquilidad que ahora yo tengo, habiendo corrido hace unas 4 horas, desearían comenzar ahora mismo (al menos para probar) salir a la calle y correr. Inténtelo. Disfrútenlo.