domingo, noviembre 16

Y tú: ¿a quién eliges?


A través de esta vía compartí hace poco un boletín informativo que mensualmnte llega a uno de mis correos electrónicos, luego de suscribirme al sitio: Libros en Red. Como de costumbre, el contenido del correo comienza con una breve reflexión, esta vez sobre los persojanes literarios. Afortunadamente, casi siempre se trata de algo interesante que merece compartirse. Así que, otra vez, he aquí el contenido del boletín:

"Saber cómo habla un personaje es saber quién es; descubrir una entonación, una voz, una sintaxis particular, es haber descubierto un destino", afirma Borges en un célebre texto sobre la poesía gauchesca.

Si es posible decir esto es en parte porque los personajes de las obras literarias son puras palabras y están hechos de papel y tinta. Es algo obvio, pero que a veces se olvida; sobre todo cuando nos encontramos con esos perfiles construidos de tal manera que parecieran personas cercanas, reales y humanas en toda su complejidad.

Los escritores que apuestan por una literatura más parecida a la vida (en contraposición con quienes prefieren poner de relieve los artificios de la creación literaria y ensayar una obra más experimental), suelen cuidar mucho la categoría de personaje y por eso diseñan a los actores de sus tramas con todo cuidado y detalle, hasta el punto que de muchos podemos imaginar qué desayunan, cómo les sientan los días de lluvia y qué sería lo primero que harían si se les muriera un ser querido.

Los personajes entrañables (que tal vez sólo sean los que leímos de más pequeños) o los personajes vívidos, verosímiles, próximos parecen llevar una vida paralela en una dimensión de presente constante. De alguna manera, Bartleby (el escribiente) está eternamente declarando de modo decidido pero reservado "preferiría no hacerlo"; Florentino Ariza sigue siempre enamorado de Fermina Daza, amándola en los tiempos del cólera. Al Principito lo seguimos viendo (y probablemente con los mismos trazos con que también lo dibujó Saint-Exupery) deshollinando melancólicamente el volcán de su asteroide.

Y hay muchos más personajes que se ganaron un lugar entre nosotros: Don Quijote de la Mancha, el irascible Aquiles, los detectives Hercule Poirot o Sherlock Holmes; los héroes jóvenes como Harry Potter y Frodo (o el fiel Samsagaz). Más modernamente, podríamos citar el personaje de Austerlitz (de Sebald) o Briony Tallis (Expiación, de Ian MacEwan).

La elección es cuestión de mérito literario, pero también de gustos y sensibilidades: ¿qué héroes o heroínas son sus preferidos? ¿Qué personaje consideran más logrado y por qué mérito lo consideran así (por ser más conmovedor, verosímil, original)? ¿Qué personaje les hubiera gustado que fuera real para poder conocerlo (ser su amigo, enamorarse...)?

Yo escojo al Principito y así aprovecho para sugerir una ríquisima lectura sobre este clásico y por siempre atcual personaje, tan encantador como inolvidable.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Siempre, durante o después de leer un libro, me imagino conocer a alguno de sus personajes e incluso, cómo cambiaría la historia si yo entrara en ella. Es un ejercicio súper sabroso que logra prolongar un poquito más el deleite de leer la buena lectura.
Creo que yo moriría por estudiar en Howgarts.

Unknown dijo...

***o incluso