Es que no tiene nombre...

No soporto caminar por mi ciudad y ver cómo uno que otro mal educado lanza paquetes de galletas desde la ventada del bus, cómo la gente camina y teniendo papeleras que casi se los comen no sin antes decirles “aquí estoy, mírame, úsame”… prefieren lanzar el palito de la chupeta al piso. De verdad que nuestro país, nuestros ciudadanos necesitan urgentemente una ayuda. No vale decirles cochinos, mirarlos feos, ni siquiera recoger lo que tiraron para arrojarlo a la papelera y así hacerles “pasar pena”, porque para ellos no está mal, es lo más normal del mundo hasta el punto en el que el ridículo lo haces tú por tirarlo donde debes…

Hoy me miraron feo porque aparté un pote de jugo que estaba en medio de la calle. Me sentí mal por la ciudad... Dicen que la quieren, pero muy poquito. La educación debe mejorar este aspecto, no sólo se trata del cuidado del ambiente, es mucho más profundo. No vemos nuestra ciudad y mucho menos nuestro país como “nuestro”, como nuestra casa, es como si fuésemos ajenos a ese lugar donde hacemos nuestra vida. A veces me pregunto si la solución para que esta Venezuela linda pero sufrida cambie profundamente, es aquello que Mariano Picón Salas le dijo a unos estudiantes universitarios en 1941: “necesitamos cambiar nuestras almas”.