lunes, noviembre 27

Pensando en TG

Confusion (acrylic painting)
Laurel Williams
Esto del trabajo de grado tiene a más de uno por aquí a punta de reflexión.
Particularmente, de acuerdo a mi situación y a la de muchos de is compañeros opino:
El trabajo de grado en sí no es una mala idea, lo que no funciona es el modo en como quieren que lo hagamos. Por una parte destacan la importancia de este trabajo y sí, no cabe duda, es mucho más complicado y elaborado que cualquier otro. De hecho, para quien está acostumbrado a investigar, estudiar, leer, analizar y practicar la critica como método de aprendizaje, resulta sumamente sencillo elaborar el fulano TG. Pero resulta que un trabajo de semejante categoría y exigencia NO puede elaborarse como es debido con siete materias que exigen –según el nivel de exigencia que cada quien se aplique, claro…- la misma dedicación. O me dedico a estudiar diseño de revistas como es debido, o me dedico a elaborar un proyecto comunitario como es debido, o me dedico a estudiar el fotoperiodismo como es debido, o me dedico al trabajo de grado como es debido. Algo pasa… Algo que no está bien, porque tantas personas juntas no pueden enfermarse y rechazar un trabajo al que, de verdad se le tiene aprecio, sin ninguna razón que justifique. El trabajo de grado es como un hijo. Es un hijo. Me parece lamentable que se le quiera dar tanta importancia en la teoría, cuando a la hora de trabajar prácticamente es imposible con tanta carga académica. Y lo peor es que esto es lo que hay, porque ni soñar con que habría un cambio de pensum porque unos cuantos estemos así. ¿Cuántos no habrán pasado por lo mismo? Podríamos hacer una diferencia si planteáramos este problema y las consecuencias que supone, no sólo para la salud mental y física de las personas (no exagero), sino para el coste del aprendizaje… ¿Cómo quieren que construyamos un marco teórico en unas dos semanas? Me ha pasado por etapas, y veo que muchos de mis compañeros están igual, otros lo han estado y no me cabe duda de que otros lo estarán. Hacen que se le pierda el cariño a lo que se supone es el trabajo más importante de todos, al que nos titulará profesionalmente Comunicadores Sociales. Dicen y dicen, y el burro hace y hace sin remedio. Es una lástima que las cosas sean así y no se considere que podrían ser mucho mejor. Debería existir una cátedra llamada apertura al diálogo.

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