miércoles, noviembre 22

Detesto titular...

Como decía en una respuesta a un comentario…
Estamos diseñados para amar. Y no precisamente es porque yo lo diga o porque sea yo quien se haya dado cuenta. Indiferentemente, esté o no esté el “yo” o el “tú” en cualquier oración que busque manifestar nuestra naturaleza, seguimos estando hechos para lo mismo. Así pues, no digan que se los dije, ni tampoco que no.
Un cierto día nos dimos cuenta. ¿Dónde está ese paraíso?...
Apreciemos, pues, el silencio que nos habla por dentro, apartémonos de la bulla y la algarabía que no nos deja ser. Pasamos la vida buscando héroes y jugando a ser heroínas, recorremos el camino solitariamente y por inercia, dejamos que nos digan qué hacer y cómo hacerlo, abandonamos lo que más anhelamos, porque estamos dormidos. Soñamos despiertos en vez de despertar en medio de un sueño, que más que lejos está cerca, nos trasciende, es real. ¿Cuándo comenzamos a vivir?
Cuando la vida nos toma por sorpresa, que es casi siempre, nos damos cuenta de que formamos parte de un orden al cual estamos libremente sujetos, pero pocas veces conscientes de su razón de ser…
Razón de ser… Causa primera o como lo llamó Tomás de Aquino, motor inmóvil, ser incausado. ¿Quién puede darse la vida a sí mismo?
Esforcémonos por ser inteligentes, por desarrollar las capacidades que más nos caracterizan y diferencian. No luchemos. Rindámonos ante lo que es como es, seamos obedientes, sin dejar de pensar y cuestionarnos en todo momento y lugar. Estamos hechos para las dudas, las preguntas, las marañas de líos, las lagunas mentales y la perdición. Estamos diseñados para perdernos en un cosmos infinito y avasallantemente perfecto, un cosmos que nos dice a gritos: piérdete, hazlo… siempre y cuando no renuncies a ti mismo, a tu encuentro, al yo que no hay sólo en ti, porque no eres tú quien dio tu vida. Si quieres vivir sólo, ve… anda… inténtalo, a duras penas, en un mar de aguas negras. No te entregues porque sí, hazlo porque te provoca. No renuncies porque sí, hazlo porque quieres.
Nos pasamos la vida cuestionando todo alrededor y olvidamos –casi intencionalmente- cuestionarnos a nosotros mismos. Yo… Tú… De adentro hacia fuera está la diferencia, en medio de los dos, la causa, la razón de ser, el motor que todo lo mueve.
No en vano ya se ha dicho que el amor lo puede todo. ¿Por qué nos negamos a él?
Amo el silencio que es fuente de vida interior. Agonizando por fuera, purificando por dentro.

No hay comentarios.: